El sexto sentido: la pantallización de nuestras vidas

28 de noviembre 2018

¿Lo has probado? ¿Te gusta? “Todavía no, pero tiene muy buena pinta o, por lo menos, se ve muy bien en esta imagen en Instagram… je, je je,”, respondía hace unos días un amigo al camarero del restaurante. Todavía no había usado ninguno de los cinco sentidos tradicionales para poner nota a la comida que le habían traído, pero sí que había sacado su Smartphone, abierto Instagram y ya estaba compartiendo la foto del plato con un destacado filtro de esta aplicación.

Capturar y mostrar tu día a día se ha convertido en una rutina de nuestra sociedad provocada principalmente por la última tendencia de Instagram Stories, pero de igual manera cualquier momento es bueno para “pantallizarlo”. Por ejemplo, redes como Facebook o Instagram ya se han convertido en una ‘pasarela de vidas felices’, en donde se comparte desde los 270 días del embarazo, hasta los pasos que das en el lugar de tus vacaciones, pasando por tus cenas fuera de casa, tus encuentros con amigos, la tarde de shopping con tus amigas, etc… Todo lo que vivimos o experimentamos debe estar pantallizado para a continuación compartirlo con nuestra comunidad.

Cuántos momentos hemos vivido a través de una pantalla, al tiempo que estábamos allí para verlo, escucharlo, oírlo e incluso tocarlo., pero de lo que más nos hemos preocupado ha sido del enfoque de la imagen, la luz del teléfono, y de si el estilo de la foto/vídeo era el adecuado para Instagram.

El auge que ha tenido Instagram en los últimos años ha llevado consigo una mayor pantallización de nuestras vidas y, en consecuencia, una mayor grado de nomofobia. Actualmente, se ha incrementado el número de veces que miramos el móvil a lo largo del día, y también se han aumentado las horas que entramos a una red social llegando a ser incluso tóxico para nosotros.

¿De qué nos fiamos más ahora? De lo que vemos, de lo que escuchamos, de lo que percibimos a través de la pantalla del móvil, o de lo que queda reflejado en Instagram… Hay muchos jóvenes que ya se fían más de lo que ven a través de Instagram que de lo que le diga un amigo.

Lo que se puede enseñar al mundo a través de la pantalla puede ser irreal en muchas ocasiones, ya que existe la opción de manipular aquello que estamos pantallizando. Sin embargo, esta gran distorsión de la realidad no cuenta para muchas personas, que tienen la sensación de que todo lo que allí aparece reflejado es completamente real.

Los influencers viven de manera constante retransmitiendo su vida a través de Instagram o Youtube, principalmente. Su día a día está pantallizado, tanto que pueden incluso llegar a perder su identidad sino consiguen llegar a separar su perfil de influencer con su vida social. Algunos de ellos pueden llegar incluso a tener una crisis existencial, si se olvidan de ser ellos mismos.

Las personas necesitamos ser escuchadas y más ahora cuando todos tenemos plena facilidad para comunicar. Queremos ser conscientes de que alguien que nos presta atención (aunque sea a través de las rede sociales), pero en estos canales muchas veces es justo lo más alejado de la realidad. El número de seguidores y likes se ha convertido en la mayor fiebre del siglo XXI. Marcas y usuarios particulares luchan cada día para conseguir una masa mayor de fans enamorados por el contenido que publican, y esperan con agonía que no deje de subir el número de likes y los comentarios recibidos.

Considero que debemos saber ‘desconectar’ y graduar las horas que dedicamos al smartphone y a las redes sociales, dado que ambos son adictivos. Pensemos más en saborear, tocar, escuchar, ver y oler antes de ‘pantallizar’ aquellos placeres de la vida.

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